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  • Entre los cronistas y sin dejar

    2019-06-24

    Entre los cronistas, y sin dejar atrás esta concepción de la naturaleza y sin que se perciba un mayor conflicto, se advierte, en mayor o menor medida, un acentuado interés por los seres naturales y las “causas segundas”. La razón de esta falta de conflicto frontal obedece, por un lado, al reconocimiento de la utilidad de la naturaleza para el hombre, y por supuesto va junto con la idea de que siendo la naturaleza un especulum naturale hay diferentes niveles de comprensión o mejor dicho, de interpretación. Está aquí la lectura literal o histórica que hace caso de los fenómenos considerados como “hechos”, aunque también pretende su explicación, esto es, determinar sus “causas”, tarea propia de los “físicos” (los encargados de estudiar el mundo natural); viene luego la lectura que interpreta el mundo más allá de su apariencia física. Y es ésta la más importante para el hombre, dice en varias ocasiones Fernández de Oviedo y Acosta, puesto que le enseñan el camino hacia Dios. Examinemos esto en un revelador pasaje que cito en extenso porque hace explícita la concepción de la naturaleza que rige entre los cronistas: Si bien la lectura simbólica de la naturaleza está presente en los principios de los cronistas no es frecuente que pongan en marcha este mecanismo de lectura, no queremos dejar este punto sin un ejemplo. Fernández de Oviedo en el Sumario de la natural historia de las Indias hizo una lectura moral explícita cuando, Clotrimazole partir de una escena que protagonizan los peces voladores, reflexiona acerca de la inseguridad de la vida y de la confianza que debe tenerse sólo en Dios, un tópico frecuentado por la retórica eclesiástica: La escena descrita por Oviedo muestra el placer que le causa encontrar en el mundo natural una enseñanza moral. Sin embargo, este afán didáctico en torno a este animal no aparece en la Historia general, donde sólo describe su fisonomía y el buen sabor de su carne. Es de suponerse que para Oviedo la labor del historiador de la naturaleza no era edificar a sus lectores a través del planteamiento de alegorías, comparaciones o ejemplos que suscita la fauna, sino describir al animal, eso sí, con ocasionales valoraciones morales que corresponden a su comprensión del reino animal. Subyace a esta negativa el supuesto de que le corresponde al lector extraer las enseñanzas para enmendar su vida en el momento de la lectura. 2. Hay textos que constituyen referentes comunes entre los autores de bestiarios y los de las crónicas de Indias y que proporcionan a éstos un modelo para desarrollar su materia, por ejemplo la Historia natural de Plinio (fuente no directa, sino asimilada a través de las Etimologías) o bien un repertorio autorizado y necesario para poder identificar o ubicar la fauna de Indias. De acuerdo con esto las fuentes más importantes de las crónicas son: la Historia natural de Plinio en autores como Hernández y Fernández de Oviedo pues, como ya se dijo, estos cronistas al describir los animales pensaron en imitar y al mismo tiempo completar a Plinio haciendo la suma de la nueva fauna. En segundo plano están las Etimologías de san Isidoro y la Biblia. En otros textos más abrevaron los cronistas pero no los autores de los bestiarios: De partibus animalium de Aristóteles, citado por Hernández y Acosta, y De partibus animalium de Alberto Magno, mencionado por Fernández de Oviedo; también una fuente ocasional De propietaribus rerum, la enciclopedia de Bartolomé el Inglés, traducida al español. Estas enciclopedias, sin embargo, se nutrieron directamente de las fuentes antiguas, la Biblia, las Etimologías, pero sobre todo de Plinio ya de manera directa. Pero el hecho de que se coincidiera en el uso de Plinio, san Isidoro y la Biblia no permite pensar en un influjo indirecto del Bestiario en las crónicas, sino ante todo en la existencia de un vasta tradición discursiva sobre los animales constituida por bestiarios, historias naturales, enciclopedias, relatos de viajes, apólogos, fábulas, refranes, tratados eclesiásticos, emblemática, folclore, etc., que ancló de una u otra forma en el saber de los cronistas y de los autores de los bestiarios. Lo que puede admitirse, entonces, es que el Bestiario medieval no fue considerado una fuente autorizada (o disponible) para encauzar la comprensión de la fauna de Indias.