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  • La fundaci n de una literatura nacional nicarag ense que

    2019-06-24

    La fundación de una literatura nacional nicaragüense, que ocurre durante la primera mitad del siglo xx y está Process Measures cargo del principal grupo de vanguardia, encabezado por escritores como José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra, presenta una aspiración popular o populista. Esta consiste en el plan decidido de encontrar fuentes populares para la poesía y la historia de lo nacional (por lo que se incluye al campesinado). En este ensayo estimamos importante intentar acercarnos a la aspiración popular o populista de la literatura nacional en los términos de la dominación cultural y estatal, lo que nos llevaría a mostrar cómo lo subalterno podría interrumpir tal narrativa hegemónica. En este mismo sentido, consideramos que la contradicción campo-ciudad, tal como se Process Measures expresa en la coyuntura sandinista, está relacionada con el signo urbanístico y centralizador (una centralidad motivada por la colonialidad) de la modernidad centroamericana. Desde esa centralidad urbana y letrada, estatal y nacional, los campesinos son concebidos como una sensibilidad de la razón dominante y, motivo discursivo fundamental para la modernización institucional. Pero esta operación significa, a la vez, el desplazamiento de los campesinos como sujetos políticos.
    El campesino subalterno Luego de la producción literaria sobre el nacionalismo que llevó a cabo la vanguardia, y ya consolidada la larga dictadura somocista, sobrevino una elaboración revolucionaria del nacionalismo que encontrará cauce en el sandinismo. Este proceso se articuló entre los años cincuenta y setenta fundamentalmente en sectores intelectuales y en las clases medias universitarias, que van avanzando en un entendimiento radical de la realidad nacional. Al surgimiento de grupos de jóvenes de la oligarquía, que buscaban nuevas articulaciones políticas, se unió el proceso de autonomía universitaria y el ingreso de jóvenes de la clase media a la Universidad Nacional (la unan de León), los que progresivamente realizaron una versión cada vez más radical del sandinismo, o intentaron un rompimiento con el ámbito de la literatura. Estos cambios implicaron una polémica y posterior alianza con los intelectuales vanguardistas, que habían sentado las bases culturales del nacionalismo tradicional (a partir de los años treinta). En ambos casos (sandinismo y vanguardismo) operó una ideología sobre el campesino, la región o el hinterland, espacio bien sea de un idealizado sujeto colonial, dócil y feliz (aunque, a veces, víctima de la guerra civil), o de uno “atrasado” que deberá se modernizado por la estrategia revolucionaria. Abordaremos en este apartado la primera figura, mostrando su presencia transversal a Aminoacyl-tRNA synthetases través de una larga coyuntura pre y posrevolucionaria. En efecto, finalizada la revolución sandinista (1979-1990) e iniciado un proceso de transición y pacificación, el lugar de las clases subalternas fue recodificado dentro de una tradición más prolongada. La guerra contrarrevolucionaria devendría en una dolorosa guerra civil, en la que participarían el ejército campesino “contra” y jóvenes de sectores urbanos reclutados por el ejército sandinista. En las memorias políticas de Sergio Ramírez, vicepresidente del gobierno sandinista y uno de los intelectuales surgidos en los años sesenta, Adiós muchachos (1999), los pobres fueron vistos como una “sensibilidad” que sería la motivación principal de la revolución y de las clases altas y medias involucradas en ella, y daría sentido al sandinismo dentro de un orden plural de la historia nacional. Ramírez tomó la opinión de un político conservador de que el sandinismo trajo “por primera vez a la cultura política nicaragüense la sensibilidad por los pobres”, para afirmar:
    Durante el proceso de instalación de la dictadura de Anastasio Somoza, resultaba característico que el poeta vanguardista Pablo Antonio Cuadra planteara la problemática de la cultura campesina frente al bipartidismo y la guerra civil. En su obra de teatro Por los caminos van los campesinos, de los años treinta, son los campesinos que, trasladados a la literatura, iban a la guerra civil “de diez en diez, de cien en cien, de mil en mil”. La evidencia de un orden numérico al interpretar a los campesinos era sintomática de la prédica de una disciplina alternativa ante una temporalidad de permanente posguerra civil, síndrome trágico que los vanguardistas advirtieron en los procesos de modernización. Cuadra opera a través de un sentimentalismo cristiano, desde el cual el campesino de la región del Pacífico resultaba ordenado y dócil hasta para marchar a la guerra civil (de forma simétrica y pasiva), sin posibilidades para la agencia política (por ejemplo, rebeliones campesinas autónomas). Su política aparece controlada por los relatos del Estado y la legalidad, o, mejor, la deriva corrupta de los partidos conservador y liberal. En su obra, Cuadra propone cambiar el método político de integración estatal-nacional, aunque no necesariamente la simetría y orden de tal integración. Como se verá, su postura era parecida a la de la ideología de la dictadura al proponerse superar una historia bipartidista que engendró guerras civiles.