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  • El problema del populismo ocup de manera temprana la

    2019-06-29

    El problema del populismo ocupó de manera temprana la obra de Ernesto Laclau. Su primera obra, publicada en 1977 como Politics and ideology in marxist theory. Capitalism, fascism, populism, incluye el capítulo “Hacia una teoría del populismo”. La preocupación por el asunto no es meramente teórica sino fundamentalmente política, \"cuál es la mejor estrategia para la izquierda en América Latina dada la fuerte presencia de movimientos nacional-populares? En efecto, la existencia de estos movimientos (como el peronismo en Argentina) y la adscripción de mayorías subalternas a esas identidades obliga a repensar dos aspectos. El primero es la cuestión del sujeto (la relación entre pueblo y clase). El segundo es la cuestión del proyecto (la relación entre populismo y socialismo). La teoría, en este aspecto, recupera una triple problemática: la estrategia, el sujeto y el proyecto. Laclau opta por abordar la pregunta por el populismo desde la problemática noción de pueblo (y su relación con la clase). Con el pueblo como referente análogo del “populismo”, Laclau ensaya una definición inscrita en el marxismo althusseriano que será deudora de la metáfora base/superestructura. Las clases, si bien tienen existencia como contradicciones en la Closantel Sodium (estructura), no tienen presencia como agentes políticos si no es a partir de presentarse como articulaciones discursivas en el nivel de las superestructuras, es decir como una contradicción pueblo/ bloque-de-poder. Así, el populismo será una forma de construir uno de esos polos determinantes en el nivel de la formación social concreta y una tarea para la izquierda (aunque pueda existir también un pueblo para las clases dominantes). Las clases se convierten en principios articuladores de “tradiciones populares” sin las cuales no pueden materializarse como agentes políticos. Esas tradiciones populares también pueden ser articuladas por el discurso de las clases dominantes. Por lo tanto se trata de una disputa por darle una forma clasista (y socialista) a esos contenidos simbólicos (el folclore, la patria, la religión, la identidad nacional, etc.). En esta primera versión “El populismo consiste en la presentación de las interpelaciones popular democráticas como conjunto sintético-antagónico respecto a la ideología dominante,” que puede articularse en el discurso de la clase obrera o de la clase dominante (la clase, aquí, sería el principio articulador irrenunciable). La articulación de las tradiciones populares en el discurso de la clase obrera constituye la radicalización de la contradicción pueblo y bloque de poder, por lo tanto una vía al socialismo. En el estudio Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, publicado en 1985 junto a Chantal Mouffe, se plasma el primer quiebre con el marxismo (hacia el posmarxismo) y se generan nuevas condiciones para abordar el problema del populismo y la construcción del pueblo. Aunque en la obra de Mouffe hay una primacía de los movimientos sociales como agentes democratizadores, la preocupación por el pueblo reaparece a la hora de discutir las posicionalidades de sujeto; al respecto dicen los autores, “Podríamos llamar posición popular de sujeto, a la que se constituye sobre la base de dividir al espacio político en dos campos antagónicos, y posición democrática de sujeto a la que es sede de un antagonismo localizado, que no divide a la sociedad en la forma indicada”. En un sentido similar, en 1987, Laclau vuelve sobre el tema y ofrece una definición del populismo como “aquella dimensión de ciertos discursos políticos que los construye sobre la base de dicotomizar ciertos espacios sociales [...]. Hay populismo siempre que las identidades colectivas se construyen en términos de una frontera dicotómica que separa a ‘los de arriba’ de ‘los de abajo”’. Cabe mencionar que el abordaje de la cuestión del pueblo, lo popular y el populismo no había desaparecido de la agenda de trabajo de Laclau como lo prueban los títulos de varios trabajos.